Devocional Familiar:
Leer Exodo 18, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Galatas 4:8
Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses;
La vanidad de la idolatría
Aquí Pablo habla acerca de la realidad de la idolatría. Cuando uno no conoce a Dios, “sirve a los que por naturaleza no son dioses.”
La realidad de la persona que practica la idolatría es que es esclavo de algo que no vive. Cuando Pablo dice que servían a los que no son dioses, en otras palabras decía que antes eran esclavos de los dioses falsos.
El Salmo 115 nos habla de la realidad de la vanidad de la idolatría:
Los ídolos de ellos son plata y oro, Obra de manos de hombres.
5 Tienen boca, mas no hablan; Tienen ojos, mas no ven;
6 Orejas tienen, mas no oyen; Tienen narices, mas no huelen;
7 Manos tienen, mas no palpan; Tienen pies, mas no andan; No hablan con su garganta.
8 Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos. (Salmo 115:4-8)
Este salmo expresa la realidad de que los ídolos no viven. Los ídolos son la creación del hombre y la gente que los sirve lo hace en vano. Los ídolos no hablan. En cambio, Dios sí habla. Los ídolos no pueden ver. En cambio, Dios puede ver todas las cosas y sabe todas las cosas. Los ídolos no huelen, palpan, ni andan. Los ídolos son vanos y muertos. En cambio, nuestro Dios es el único Dios vivo y verdadero.
Lo más triste de la idolatría es que los que fabrican ídolos y confían en ellos se convierten en sus ídolos. Así como los ídolos son vanos y muertos, la gente que les sirve vive en una muerte espiritual.
Aun los cristianos que hemos sido rescatados de nuestra idolatría somos propensos a volver a los ídolos. Sin embargo, necesitamos recordar que los ídolos no hablan. Los ídolos no ven. Los ídolos no oyen. Los ídolos no huelen. Los ídolos no viven.
¿Hay algún ídolo al que estás propenso a recorrer en tiempos de necesidad?
Desafio y Aplicación
Te desafío a meditar en la vanidad de la idolatría. Recuerda que los ídolos están muertos y solamente nuestro Dios vive. Examina tu corazón para ver si te estás aferrando a algo que no vive y vuelve en arrepentimiento y fe al único Dios que venció la muerte, a nuestro Señor Jesucristo.