Devocional Familiar:
Leer 2 Corintios 1:1-24, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Lucas 1:18-20
"Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada. Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.”
El Pecado de la Incredulidad
Zacarías muestra incredulidad ante el ángel y es castigado con un periodo largo de estar incapacitado para hablar. El ángel dice que porque Zacarías no creyó en la palabra que se le anuncio, entonces quedaría mudo hasta ver el cumplimiento de esas palabras. Es importante detenernos y meditar en el pecado de la incredulidad, en como trabaja para desviar nuestros corazones.
Comencemos por decir que la incredulidad siempre nos guía a mas pecado. La dinámica pecaminosa de la incredulidad funciona de la siguiente manera:
- 1. Cuando dejamos de aferrarnos a las promesas de Dios, comenzamos a vernos a nosotros mismo.
- 2. La incredulidad crece en forma de ansiedad, preocupación o afán.
- 3. El afán produce toda clase de frutos de pecado y muerte: contiendas, robos, asesinatos, mentiras, desenfreno, borrachera, rebeldía, divisiones y amargura.
La solución a la incredulidad es arrepentimiento y fe. Esto suena simplista y superficial pero no lo es. Consideremos esto, cuando hablamos de arrepentimiento hablamos de un cambio de dirección. Un cambio de mente. Un cambio en el que le damos la espalda a lo malo y nos dirigimos a lo bueno. En este caso, la incredulidad esta fundamentada en el problema de obsesionarnos con nosotros mismos. Vemos nuestras habilidades, nuestros recursos, nuestros talentos, nuestras probabilidades de ganar y llegamos a la conclusión de que vamos a fracasar. El problema esta en que nos afanamos viéndonos a nosotros mismos. Debemos arrepentirnos, es decir, debemos voltear nuestra mirada. alejar nuestra mirada de nosotros mismos y fijar nuestros ojos en Cristo confiando en su poder, sus recursos, su amor, su compasión y su gracia. Eso producirá descanso y paz. Eso es lo que la Biblia llama fe. Solo aquel que vive por fe puede glorificar a Dios.
Desafio y Aplicación
Te desafío a creerle a Dios. ¿Qué es aquello que deseas que suceda en tu vida, pero tienes miedo de pedir a Dios? Quizás hay algo que quieres hacer en servicio a Dios, pero la incredulidad te detiene. Examina si tu deseo glorifica a Dios. Si es así, te desafío a orar fervientemente creyendo que Dios te escucha. Y te desafío a esperar una respuesta real. “Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas” (Marcos 11:24).