Devocional Familiar:
Leer 1 Corintios 11:1-34, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Isaías 9:6
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.”
La encarnación de Dios
Por los próximos tres días estaremos meditando en este versículo cargado de significado y relevancia para nuestras vidas. El versículo comienza diciendo “un niño nos es nacido.” Este no es cualquier niño. Hemos pasado toda la semana meditando en la gloria futura de bendición, paz, gozo y libertad. Este niño que nace es el que hace todo esto posible. Este niño es el Mesías prometido. El Mesías seria un rey, de la descendencia de David, que traería el gobierno de Dios mismo a todo el mundo. No fue hasta que Cristo nació que el mundo entendió que este Mesías que traía el reino de Dios era Dios con nosotros. Dios mismo se hizo hombre.
Muy pocos cristianos han meditado lo suficiente en el misterio de la encarnación. Muchos creen que al volverse hombre y crecer en el vientre de María, Dios el Hijo dejo a un lado su poder o sus atributos de Dios. Esto es falso. Dios no perdió nada de su divinidad al volverse hombre. Dios no desecho nada de lo que es, mas bien, al encarnarse Dios agrego una naturaleza humana a Dios el Hijo. Así que en Cristo vemos a uno que es al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero hombre. Alguien que en su humanidad vive en el tiempo, mientras que no deja de ser Dios eterno. Piensa en esto, el mismo Dios que sostiene el universo entero, estaba simultáneamente siendo sostenido en los brazos de su madre. El mismo hombre que caminaba en los caminos de Galilea era el Dios que sostenía el suelo por el que caminaba. Esto es un gran misterio que nuestra mente limitada no puede terminar de comprender. ¿Entonces porque vale la pena invertir tiempo en hablar de algo que no podemos entender completamente? Porque nos ayuda a adorar al Dios incomprensible.
Desafio y Aplicación
Te desafío a que hagas un compromiso en estas épocas navideñas. Comprométete a hacer de estas navidades una celebración Cristo céntrica. Que sea para adorarle y maravillarse del milagro de la encarnación.