Devocional Familiar:
Leer Deuteronomio 31, orar y cantar juntos
Devocional Personal: 2 Tesalonicenses 3:11-12
11 Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno.12 A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.
El Señorío de Cristo sobre el trabajo
Después de advertir a los tesalonicenses sobre las consecuencias negativas de su ociosidad, Pablo les recuerda las expectativas mínimas que Cristo tiene como Señor sobre nuestros trabajos. Mínimamente, Pablo dice que cada hermano debe trabajar sosegadamente de tal manera que pueda comer “su propio pan.” Sin embargo, Pablo dice que esa exhortación no es meramente una opinión humana, sino mandato que viene “por nuestro Señor Jesucristo.”
En otras palabras, Pablo dice que bajo circunstancias normales, Cristo como Señor espera que nosotros vivamos sin tener que depender financieramente de los demás hermanos. Como Pablo afirma en otras ocasiones, los que predican el evangelio tienen el derecho de vivir del evangelio y así deben depender de la generosidad de otros cristianos. Además, vemos algunas excepciones a este requisito cuando hay momentos de crisis, como hubo en Jerusalén y Pablo decidió recolectar ofrendas en varias iglesias. Sin embargo, bajo circunstancias normales como las de los tesalonicenses, Cristo esperaba que cada hombre comiera su propio pan y que no dependiera financieramente de otros hermanos.
En otros pasajes, vemos que Cristo como Señor espera que seamos generosos, que compartamos con aquellos hermanos necesitados y que demos con liberalidad. Sin embargo, si no podemos comer nuestro propio pan, si no podemos proveer para nuestras familias, las demás expectativas de Cristo van a ser imposibles de cumplir. Si no tenemos lo suficiente para nosotros mismos, ¿cómo vamos a poder compartir con aquellos que tienen necesidad?
Desafio y Aplicación
Te desafío a meditar en el Señorío de Cristo sobre tu trabajo y tu vida financiera. Por un lado, Cristo nos enseña que él debe ser nuestro Señor y no el dinero. Sin embargo, él como Señor requiere que trabajemos lo suficiente al menos para proveer para nuestras casas. Si Cristo es tu Señor, el trabajo no te va a controlar, pero tampoco la ociosidad lo hará. Si tu trabajo está enseñoreándose sobre ti, arrepiéntete y toma los pasos necesarios para cumplir con las responsabilidades espirituales en tu hogar. Si la ociosidad se está enseñoreando sobre ti, arrepiéntete y toma los pasos necesarios para proveer para tu hogar en sumisión a Jesús tu Señor.