Devocional Familiar:
Leer 2 Corintios 11, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Lucas 1:66
“Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.”
¿Cual es tu destino?
Después de presenciar el milagro de que una ancianita estéril quedara embarazada y ver que Zacarías recuperara su capacidad de hablar, la comunidad se hacia la pregunta: ¿Quién será este niño? Seguramente debe ser alguien que Dios usara grandemente. En otras palabras, ¿Cuál será el destino de este niño?
Los seres humanos estamos fascinados con nuestro futuro. Especialmente en la época de la juventud constantemente nos preguntamos, ¿Cuál será mi destino? ¿A que me dedicare en el futuro? ¿Seré usado por Dios? ¿Lograre ser alguien de importancia? ¿Fracasaré? ¿Podre comprar una casa, un carro, tener esposa e hijos y una familia estable? Usualmente estas preguntas nos llevan de un lado a otro. Algunos días sentimos que todo va de maravilla y que nuestro destino es brillante. Otros días sentimos que nuestro destino es aterrador y triste.
El día de hoy yo quiero animarte con la Palabra de Dios. Lo primero que quiero decirte es que el éxito solo es real cuando es éxito ante los ojos de Dios. Algunos pueden ver la vida de Juan el Bautista y decir que su destino fue horrendo. Termino viviendo en el desierto, pobre, criticado, siendo encarcelado y muriendo decapitado por el capricho de una adolescente. Pero Dios lo vio como “entre los nacidos de mujer, no hay nadie mayor que Juan” (Luc 7:8).
Desafio y Aplicación
Te desafío a orar a Dios en este momento por tu futuro. Por tu destino. No importa si eres joven o sientes que ya estas al final de tu vida. Moisés fue llamado a liderar a Israel a los 80 años de edad. Pídele a Dios que, pase lo que pase con tu vida, que tu vida sea usada grandemente para la gloria de Dios. Pon tu destino en las manos de Dios. Ruego a Dios que puedas decir como Pablo: “en nada seré avergonzado, sino que con toda libertad, ya sea que yo viva o muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo” (Fil 1:20).