Devocional Familiar:
Leer 2 Corintios 10, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Lucas 1:60
“pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan”
El nombre de Juan
En este pasaje vemos una escena interesante. Ha llegado el octavo día y junto con la circuncisión, también van a nombrar al bebe. Esto no es un momento privado. Es un momento en comunidad. Hay opiniones diversas por todos lados. La comunidad ve a Zacarías, callado, mudo, y tranquilo y quieren honrarlo al insistir que le pongan al niño el nombre de su padre. La comunidad quiere que le llamen al bebé Zacarías. Elisabet lucha contra la presión de la comunidad y dice firmemente que el nombre del niño será Juan, y luego Zacarías da la ultima palabra (por escrito) diciendo: ¡Se llamará Juan! Así que todos aceptaron el nombre. Y en ese preciso momento, un milagro ocurrió. El mudo comenzó a hablar alabanzas. Zacarías recupero la capacidad de hablar y la aprovecha para adorar a Dios.
El nombre de Juan es enfatizado en esta sección y se conecta con la alabanza de Zacarías. Dios explícitamente quería que Juan tuviera este nombre. Pero ¿Por que? ¿Cual es el significado de este nombre? Para eso debemos ver su raíz hebrea. Parte del nombre de Juan proviene del verbo Jánan que signfica “mostrar misericordia, favor, o mostrar gracia.” El nombre completo de Juan en hebreo es: Yo-janán (Dios-muestra misericordia) o “Dios es misericordioso.” Esto es importante porque la palabra misericordia se repite tres veces en el pasaje. En otras palabras, el nombre de Juan fue escogido por Dios para tener una función estratégica. Debia anunciar el comienzo de una época de bendición y misericordia que fue profetizada y anticipada por miles de años. La época del Mesías. Y esa es precisamente la función de Juan. Anunciar que estos tiempos de misericordia han llegado en Cristo.
Desafio y Aplicación
¿Estas agradecido de que vives en tiempos de misericordia? No dejes que los problemas temporales que experimentas te roben el gozo de tu salvación. No dejes que un problema en la Iglesia te deje desanimado. No permitas que la amargura te cautive y te prive de gozarte. Recuerda. Debemos vivir por convicciones, no por emociones. Aférrate a esta convicción: vivimos en los tiempos de misericordia en Cristo. Dios mismo vino a rescatarnos. Te desafío a incrementar tu gozo en Dios el día de hoy.