Devocional Familiar:
Leer 1 Crónicas 8, orar y cantar juntos
Devocional Personal: 1 Timoteo 2:12
Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.
LLAMADAS A DEBERES Y SERVICIOS SANTOS
Ayer, estuvimos viendo el versículo 11, donde Pablo, le escribe a Timoteo, su deseo de que las mujeres aprendan en la iglesia, de una manera cuidadosa, en silencio, y sujetas a los ancianos.
Hoy estaremos observando el versículo 12, donde Pablo, continua con el principio, del versículo 11, la mujer debe de someterse y estar sujeta a las autoridades de la iglesia. Pablo, nos muestra ahora, la aplicación en el versículo 12, comenzando por: “porque no permito a la mujer enseñar”, el enfoque principal de Pablo, es en la adoración publica de la iglesia. Lo que Pablo, nos dice aquí, es claro, no se permite que la mujer enseñe dentro de la asamblea reunida, o ejerza autoridad específica, sobre cargo de obispo o anciano (pastor), que, Dios ha delegado específicamente a hombres para que tengan esta autoridad y responsabilidad (1 Ti. 3:1-7). Y, es aquí donde posiblemente los “sentimientos modernos” comienzan a surgir en nuestros corazones. ¿Por qué Pablo pondría parámetros de género sobre quién puede enseñar y ser anciano? Pablo, nos responde en el versículo 13, Pablo, en cierto sentido, también estaba cuidando del corazón de la mujer, porque el entiende, que la mujer, no fue creada para este tipo de responsabilidad. Ahora, ¿Esto significa que la mujer no puede enseñar para nada? De ninguna manera, si esto fuera así, entonces Pablo se estaría contradiciendo con lo que escribe a Tito en el capítulo 2:3-5 “Las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino,
maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”. Las mujeres, además, tenemos el gran privilegio que Dios nos ha otorgado, de poder enseñar una vida de piedad a nuestros hijos, y Timoteo es un gran ejemplo de esto, a través de la maravillosa labor que su madre Loida, y su abuela Eunice hicieron con El, instruyendo en la Palabra de Dios (2 Ti. 1:5, 3:15). Así que, Pablo en ningún momento dice que las mujeres sean incapaces de ser maestras bíblicas. Lo que sí está diciendo, es que, debido a roles claros en la Palabra, las mujeres deben de mantener parámetros y lugares, al momento de enseñar. Lo cual significa que no, se les permite enseñar a los hombres públicamente. Tampoco se les permite "ejercer autoridad" o ejercer dominio, lo que significa que las mujeres no deben ser pastores. El pastorado está reservado solo para hombres calificados. Pablo, termina nuevamente haciendo esta conexión del silencio, que vimos en el versículo 11, lo cual es un silencio especial, un silencio que respeta la enseñanza autoritativa de los ancianos y líderes de la iglesia (V12), teniendo un comportamiento tranquilo y un espíritu pacífico en lugar de argumentativo.
Desafio y Aplicación
Tanto en el hogar, como en la iglesia, Dios ha diseñado un patrón de autoridad, y ese patrón no debe de ser violado. Podríamos vernos tentadas a pensar que el reconocimiento y la sujeción a la autoridad es una carga insoportable. Hermanas, aunque no estamos llamadas a servir como “pastores” dentro de la iglesia, nosotras como mujeres si estamos llamadas a deberes y servicios santos. Si tú eres una esposa, servir a tu esposo es un deber y un servicio santo como para el Señor. Si tú eres mamá, cuidar de tus hijos, es un deber y un servicio santo, como para el Señor. Si eres una mujer soltera, envuelta en una posición de escuela, trabajo, o en el ministerio, tú estás involucrada en un deber o un servicio santo. Lo que hacemos es sagrado; es santo, y nosotras debemos de comportarnos de una forma que es apropiada para los que tienen un llamado santo.