Devocional Familiar:
Leer Deuteronomio 27, orar y cantar juntos
Devocional Personal: 2 Tesalonicenses 3:5
Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.
Frutos de ser guiado por el Señor
Con estas palabras Pablo les recuerda a los tesalonicenses que es nuestro Señor Jesucristo mismo quien guía nuestros corazones hacia el amor de Dios y hacia la paciencia de Cristo. La dirección de Dios en nuestras vidas nos guía a amarle porque Él nos ha amado primero. Ser guiados a amar a Dios nos llevara a perseverar confiando en su poder, en su palabra que nos sostiene, en sus promesas que son fieles y en el sacrificio de Jesús que nos reconcilio y nos salvó reconciliándonos con nuestro Padre y Dios eterno.
¿Cómo mostramos nuestro amor por Dios? Permaneciendo en su palabra y en la práctica de la obediencia a lo que Jesucristo nos llama y nos enseña en ella. Podemos aprender mirando el ejemplo de Pablo, su amor por Dios lo llevaba a ser un fiel discípulo y apóstol de Jesucristo. Apreciamos esto al ver la santidad de Dios en su vida y devoción hacia Jesucristo. También lo vemos en su amor por las almas perdidas y en su carga por llevar el evangelio de Jesucristo hasta los confines de la Tierra.
Es el Señor mismo quien nos encamina a amar a Dios y a tener la paciencia de Cristo. Este amor nos produce paz y consuelo, pues está firmemente plantado en Dios. A la vez, el resultado de esta seguridad es paciencia, reconociendo que amamos a Dios, porque Él nos ha amado primero. Dios nos ha elegido para ser amados por El y amarle.
Desafio y Aplicación
En medio de nuestras circunstancias recordemos que ser guiados por el amor de Dios nos guiara a perseverar en Cristo y su bendita palabra hasta el final. Ser guiados por el Señor significa que tendremos corazones que aman a Dios y reconocen ser amados por Dios. Ser guiados por el Señor produce en nosotros la paciencia de Cristo. ¡Que gloriosa esperanza tenemos en Cristo Jesus! Ora en este día para que el Señor sea quien encamine tu corazón hacia el amor de Dios y la paciencia de Cristo.