Devocional Familiar:
Leer Ester 9, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Apocalipsis 2:7 LBLA
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios”.
Aprendiendo de la iglesia de Éfeso - Parte I
Este final que vemos en el versículo del día de hoy, debe de resonar en nuestras almas constantemente: “El que tiene oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”, sabemos a la luz de otros versículos que Jesucristo no solamente quiere que prestemos atención al mensaje, Él quiere que obedezcamos lo que el que nos enseña y nos llama a hacer en su palabra. “Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios”. En el principio el hombre fue expulsado del huerto del Edén, pero en Cristo Jesús volvemos a tener acceso al árbol de la vida y no por nuestras obras, sino por lo que ya Jesucristo hizo por nosotros en la cruz. “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe. ¿Y quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:4-5 LBLA). El que ha sido salvado por el Señor, el Señor lo va a guiar y lo hará perseverar hasta el final y esa es nuestra bendita esperanza.
Jesucristo se presenta en estos primeros siete versículos del capítulo dos de Apocalipsis, como el Dios quien sostiene a su iglesia, líderes y miembros, les anima diciéndoles las buenas obras que la iglesia tiene, pero así mismo le llama al arrepentimiento por que dejaron su primer amor por Jesucristo, le anima haciéndoles saber que ellos aborrecen las obras de los nicolaítas al igual que Jesucristo las aborrece y finalmente nos recuerda que a quien persevere hasta el final con la fe puesta en Jesús siguiéndole, estará con Él para siempre y comerá del árbol de la vida.
Desafio y Aplicación
Ahora es de suma importancia que como creyentes que conocemos la historia de la iglesia de Éfeso, nos preguntemos: ¿estamos buscando obedecer y cumplir con todo lo que consideramos que debemos hacer pero sin amor?, ¿estamos haciendo obras pero sin un corazón humillado ante Dios en gratitud sino solamente para que los demás puedan ver que tan buen cristiano soy?, ¿estás realizando tu servicio con amor hacia Dios primeramente y hacia los hermanos?, ¿has perdido tu primer amor, así como le pasó a la iglesia de Éfeso?, porque lo único que nos debe mover a la obediencia son corazones y almas llenas de amor por nuestro Señor Jesucristo, almas que reconocen que han sido regeneradas y justificadas sólo gracias a la obra de nuestro Salvador y no por nuestras obras que hayamos hecho o podamos hacer, sino que nuestras obras son muestra de agradecimiento, de que nuestras vidas ya no nos pertenecen a nosotros mismos sino a nuestro Señor y Dios.