Devocional Familiar:
Leer Salmos 36, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Génesis 9:20-24
“20 Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; 21 y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. 22 Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. 23 Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre. 24 Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven”.
Dios cubre tu desnudez
La historia de Noé acaba con un triste acontecimiento. Vemos que aunque Dios sólo preservó a Noé y su familia, el pecado se había quedado en el mundo. Noé empezó a trabajar y sembrar comida. Llegó la cosecha de uvas, Noé hizo vino y se embriagó tanto que se quitó su ropa. Vemos dos respuestas diferentes a esta situación. Cam se burló y aprovechó de la situación y Sem y Jafet trataron a su papa con respeto y le cubrieron. La verdad es que no sabemos exactamente lo que pasó, pero sí sabemos que Sem y Jafet honraron a Dios con su respuesta.
Aunque hay mucho que no entendemos en esta historia, la historia refleja un tema bíblico que es muy importante. Vemos que Noé y sus hijos reconocían algo vergonzoso sobre la desnudez. No ha sido siempre así. En el principio, Adán y Eva andaban desnudos en el huerto del Edén sin vergüenza, porque no tenían nada para esconder. Pero cuando se rebelaron contra Dios, una de las primeras cosas que pasó fue que se dieron cuenta que estaban desnudos y trataron de cubrirse. La vergüenza de su desnudez física, reflejaba su denudez y vergüenza espiritual delante de Dios. Aquí en la historia de Noé vemos que el mundo en muchas maneras no había cambiado. Noé nos recuerda que todavía faltaba alguien para cubrir la vergüenza física y espiritual que la humanidad tenía.
La respuesta a nuestra denudez viene en Jesús, “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios”(Hebreos 12:2). Jesús cargó nuestra vergüenza y nos cubrió con su sangre para quitar ese castigo de nosotros.
Desafio y Aplicación
Jesús vino a este mundo para restaurar. Vino para restaurar nuestra relación con él, con otros, y con nosotros mismos. Si a veces luchas con vergüenza sobre tu cuerpo y ser mismo, devuelve tu mirada a la cruz. Hay una vergüenza que es real, el pecar o estar asociado con el pecado. Pero Jesús quiere cargar esa vergüenza. La esperanza no viene en rechazar todo concepto de vergüenza pero en llevarlo a Cristo para encontrar gracia y amor.