Devocional Familiar:
Leer Romanos 16, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Galatas 2:21
Galatas 2:21 “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.”
No menosprecies la gracia de Dios
Pablo termina este argumento, escrito en Galatas 2:11-21, donde reprende a Pedro en Antioquía de una forma impresionante. Con una conclusión precisa exhorta a Pedro a pensar en su comportamiento erróneo con los hermanos gentiles de la iglesia de gálatas. Defendiendo el evangelio a todo lugar, Pablo le dice a Pedro: Yo no menosprecio la Gracia de Dios, pues si la ley fuera la que nos salva, de nada valió que Jesús muriera por nosotros en esa cruz sangrienta.
Por la Gracia fuimos redimidos, porque realmente merecemos la condenación. Somos culpables, vil pecadores y merecemos la furia de Dios. Solo por la Gracia somos salvos. El ignorar esta realidad, es menospreciar la misericordia que tuvo Nuestro Señor con nosotros. Si alguien me dice Jesús murió en vano, eso tocaría fondo en mi corazón. Quisiera pensar que yo también defendería el evangelio de Cristo con la misma pasión y celos que demuestra Pablos en Gálatas. Sería una barbaridad que alguien pueda pensar tal cosa.
Pero no caemos en cuenta, que nuestras actitudes a veces demuestran esto mismo. Que estamos menospreciando todo lo que Dios ha hecho por nosotros. Lo que creemos a veces no refleja lo que hacemos. Terminamos dando mal testimonio como cristianos, convirtiéndonos en piedra de tropiezo para quienes desean conocer más sobre Jesús. Por esto Dios nos da hermanos y hermanas en nuestra iglesia, para ayudarnos a caminar firmes cuando nos desviamos. De la misma forma que Pablo hizo con Pedro en esta carta a Gálatas.
Desafio y Aplicación
Siempre debemos intentar con todas nuestras fuerzas, de dar buen testimonio de Jesucristo, compartiendo su Palabra y actuando acorde a ella. No podemos menospreciar la Gracia de Dios. Cristo ha hecho mucho por nosotros y debemos ser agradecidos. Honrándolo con nuestras palabras y acciones. Te pregunto: ¿Cómo tú estás honrando a Dios en tu familia, en tu trabajo o en tu iglesia?