Devocional Familiar:
Leer Salmos 21, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Génesis 5:2-5
“2 Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados. 3 Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set. 4 Y fueron los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. 5 Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió”.
La naturaleza de nuestro ser
En el día de hoy continuaremos estudiando el capítulo cinco de Génesis, de los verśiculos dos al cinco. En el día de ayer vimos el versículo uno, donde Dios nos mostraba el gran énfasis que había hecho en que todos somos su creación, pero no solo eso, sino que fuimos creados a su imagen y semejanza, lo cual nos diferencia del resto de su creación, incluyendo de los ángeles. Así podemos reflexionar en que debemos amar a nuestro prójimo sin importar las diferencias físicas, de etnia, raza o cultura que tengamos, pues todos cargamos con la imagen de Dios, así mismo sin importar en el estado de desarrollo en que este la vida, ya sea a punto de morir o en el vientre de una mujer, todos cargamos con la imagen de Dios, y por ende debemos tratarnos los unos a los otros como portadores de ella, en obediencia a Dios.
En los versículos de hoy veremos que paso con la imagen de Dios que Adán cargaba, y cómo eso afectó al resto de la humanidad. Matthew Henry nos dice en su comentario biblico sobre el pasaje: “Adán fue hecho a imagen de Dios; pero cuando cayó, engendró un hijo a su propia imagen, pecador y contaminado, frágil, miserable y mortal, como él. No solo un hombre como él, que consiste en cuerpo y alma, sino un pecador como él. Esto fue lo contrario de esa semejanza divina en la que Adán fue hecho; habiéndolo perdido, no pudo transmitirlo a su semilla. Adán vivió, en total, 930 años; y luego murió, de acuerdo con la sentencia que se le pronunció: "Al polvo volverás". Aunque no murió el día que comió fruta prohibida, en ese mismo día se convirtió en mortal. Entonces comenzó a morir; toda su vida después fue solo un aplazamiento, una vida perdida y condenada; fue una vida agotadora y moribunda. La vida del hombre está muriendo gradualmente”.
El problema de Adán cuando pecó fue que la imagen de Dios que cargaba, se distorsionó, aunque seguía llevando la imagen de Dios, ahora esta estaba distorsionada, corrompida por el pecado en Adán, las consecuencias del pecado son inevitables. Es por esto que ahora llevaba la imagen de Dios distorsionada, la cual pasaría en el mismo estado a sus hijos, a su linaje. Desde Adán todos cargamos con esa imagen distorsionada, todos somos creaturas de Dios y a su imagen, pero ahora es una imagen distorsionada, porque ahora el pecado habita en nosotros, como su creación, pero como cristianos aunque tenemos el remanente de pecado en nosotros, ya no practicamos el pecado.
Además de la distorsión de la imagen de Dios en el hombre, también vemos otra gran consecuencia. Dios le prometió al hombre que si comía del árbol de la ciencia del bien y del mal, ciertamente moriría. Y así fue, Adán murió, si bien no murió en ese mismo instante, sí se
hizo mortal. Ahora, el hombre, toda la humanidad, está muriendo lentamente, como todos, envejecemos hasta morir. El hecho de que los años que vivió Adán sean mencionados en este pasaje, no es para que pensemos si son muchos o pocos, sino para enfatizar y asegurar el hecho de que Adán en efecto murió, es decir, que ahora era mortal y con él toda la humanidad.
Desafio y Aplicación
Amado hermano el día de hoy vimos dos aspectos esenciales que debemos aprender sobre el ser humano, lo cuales son, nuestra naturaleza caída, creados a semejanza de Dios, pero ahora con esa semejanza distorsionada, y que somos mortales. Estas dos realidades deben de servirnos de despertador a nuestras almas, para que nos mantengamos alertas por un lado a las tentaciones para no caer en ellas, no olvidando que somos propensos a caer en ellas por naturaleza, y por otro lado a estar conscientes de que nuestros días en esta tierra están contados, solo Dios sabe su número exacto, pero son finitos, así que debemos de asegurarnos de vivirlos cada uno para la gloria de Dios, aprovechando bien el tiempo como dice Efesios 5:16.