Devocional Familiar:
Leer Salmos 12, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Génesis 3:20-24
“ 20 Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva,[b] por cuanto ella era madre de todos los vivientes. 21 Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. 22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. 23 Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. 24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”.
Las consecuencias del pecado y la misericordia de Dios
Dios le ordenó al hombre salir; le dijo que ya no debería ocupar y disfrutar ese jardín: pero al hombre le gustaba el lugar y no estaba dispuesto a dejarlo, por lo tanto, Dios lo hizo salir. Esto significó el cierre de él, y toda su raza culpable, de esa comunión con Dios, que era la dicha y la gloria del paraíso. Pero el hombre solo fue enviado a la tierra de donde fue tomado. Fue enviado a un lugar de trabajo, no a un lugar de tormento. Nuestros primeros padres fueron excluidos de los privilegios de su estado de inocencia, pero no se les dejó desesperados. El camino al árbol de la vida estaba cerrado. Dios le reveló esto a Adán, no para llevarlo a la desesperación, sino para alentarlo a buscar la vida y la felicidad en la Simiente prometida, por quien se nos abre un nuevo y vivo camino hacia lo más sagrado.
Sin embargo, la relación entre el hombre y Dios se redujo y se perdió, y la correspondencia que se había establecido entre el hombre y su Hacedor fue interrumpida y cortada. Fue expulsado por ser indigno de este honor e incapaz de este servicio. Así, él y toda la humanidad, por la caída, perdieron la comunión con Dios. Pero, ¿adónde lo envió cuando lo echó del Edén? Con justicia pudo haberlo echado del mundo (Job 18:18), pero solo lo echó del jardín. Con justicia podría haberlo arrojado al infierno, como lo hizo con los ángeles que pecaron cuando los excluyó del paraíso celestial (2 Pedro 2:4). Pero el hombre sólo fue enviado a labrar la tierra de la que fue sacado. Fue enviado a un lugar de trabajo duro, no a un lugar de tormento. Fue enviado al suelo, no a la tumba, a la casa de trabajo, no al calabozo, no a la prisión, para sujetar el arado, no para arrastrar la cadena. Su labranza sería recompensada comiendo sus frutos; y su conversación con la tierra de donde fue llevado fue mejorable para buenos propósitos, para mantenerlo humilde y recordarle su último fin. Observe, entonces, que aunque nuestros primeros padres fueron excluidos de los privilegios de su estado de inocencia, sin embargo, no fueron abandonados a la desesperación, los pensamientos de amor de Dios los diseñaron para un segundo estado de prueba en nuevos términos. Lo sacó, y le prohibió todas las esperanzas de un reingreso; porque colocó al este del jardín del Edén los querubines, las huestes de Dios, armados con un poder terrible e irresistible, representado por espadas llameantes que giraban en todos los sentidos, en ese lado el jardín que estaba al lado del lugar adonde fue enviado Adán, para mantener el camino que conducía al árbol de la vida, para que no pudiera robar ni forzar una entrada; porque
¿quién puede hacer un pase contra un ángel en su guardia u obtener un pase que se cumpla con tal fuerza?
Desafio y Aplicación
Amados hermanos, no podemos pasar por alto estos dos sucesos que vemos aquí y que son de gran importancia para nosotros como creyentes. Primero que el pecado siempre trae consecuencias y que estas son irreversibles, pues nuestro gran Dios, es un Dios Santo y justo que no puede dejar pasar el pecado, y que remunera según lo merecido. Lo cual debe hacer temblar nuestros corazones en el momento de la tentación. Pero así mismo, debemos recordar el gran amor de nuestro Dios y su gran misericordia, que pudiendo destruir la humanidad para siempre, le plació ofrecernos un camino de salvación, el único camino, Cristo.
Este devocional es un apartado adaptado de los comentarios bíblicos de Mathew Henry.