Devocional Familiar:
Leer 1 Crónicas 20, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Romanos 13:1-7
La gracia de Dios te llama a someterte. Pero te ofrece verdadera libertad como nunca antes has conocido.
Creo que hemos malentendido la verdadera libertad y la debilitante esclavitud. La libertad que satisface tu corazón nunca se encuentra al ponerte a ti mismo como tu propia autoridad. La verdadera libertad no se encuentra en hacer lo que quieras hacer cuando lo quieras hacer. La verdadera libertad nunca se encuentra en ponerte a ti mismo en el centro de tu mundo y hacer que todo gire a tu alrededor. La verdadera libertad no se encuentra en resistir al llamado de someterte a una autoridad diferente a la tuya. La verdadera libertad no se encuentra en escribir tu propio código moral. La verdadera libertad nunca es el resultado de seguir tu propio camino. Cuando intentas hacer estas cosas, nunca disfrutas la libertad; solo terminas en otro tipo de esclavitud.
¿Por qué es esto cierto? Porque tanto tú como yo nacimos en un mundo de autoridad. Primero, está la suprema autoridad de Dios. No hay nada que esté fuera de Su soberanía y gobierno. Si Dios creó este mundo (y lo hizo) y si Él es dueño de lo que creó (y lo es), entonces tú y yo no tenemos autonomía (independencia de Su gobierno). Esto significa que, como sus criaturas, fuimos creados para vivir en sumisión a Su voluntad. Por ello, la libertad no se encuentra en salir de Su autoridad. No, la libertad se encuentra en someter voluntariamente nuestros corazones a Su voluntad. Después están todos los niveles de autoridad que Dios puso en la tierra para hacer visible su autoridad invisible. La libertad personal no se encuentra tampoco en resistirse a la autoridad terrenal. La libertad y la autoridad no son enemigas.
Aquí está el punto: tú y yo siempre existimos bajo alguna clase de autoridad. O nos sometemos voluntariamente al gobierno de Dios y a las autoridades que ha puesto en nuestras vidas, o nos ponemos a nosotros mismos como autoridad para gobernar nuestras propias vidas. Pero ninguno de nosotros es lo suficientemente sabio, fuerte o justo para gobernarse correctamente. No estamos diseñados para gobernarnos, así como un perro no está diseñado para vivir en una pecera llena de agua. La autonomía no nos conduce a nada bueno.
Así que la meta de la gracia no es producir en ti la habilidad para vivir independientemente. El propósito de la gracia es transformarte en una persona que humildemente reconoce su necesidad de autoridad y celebra la santa, amorosa y benevolente autoridad de Dios. “Pero ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna” (Romanos 6:22). Es el pecado el que me hace querer gobernarme a mí mismo y es la gracia la que me lleva a la mejor esclavitud que ha existido —La esclavitud que da vida, esclavitud hacia el Creador, el Rey Salvador, quien siempre me conoce y me da lo que es mejor.
Desafio y Aplicación
¿Te gozas al saber que eres un esclavo de Cristo? Ora reconociendo la libertad que trae esta verdad, pues ser esclavo de Cristo es ser verdaderamente libres en El.
Para profundizar y ser alentado: Romanos 13:1-7
Fuente: Nuevas Misericordias, por Paul David Tripp