Devocional Familiar:
Leer 1 Crónicas 19, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Salmo 119:1-88
La obediencia es libertad. Es mejor seguir el plan del Maestro que hacer algo para lo que no fuiste diseñado, es decir, dominarte a ti mismo.
¡Es verdad que lo que más necesitamos es ser rescatados de nosotros mismos! El mayor peligro que enfrentamos es el peligro que nosotros mismos somos. Nuestra percepción de nosotros mismos es un delirio y lo que tendemos a hacer es desastroso. Si pones estas dos verdades juntas, solo te llevan a un lugar—la muerte.
Si tienes hijos, sabes que esto es cierto. No te tomó mucho tiempo para darte cuenta que estás lidiando con un pequeño soberano, quien piensa que no necesita ninguna autoridad más que él mismo. Aun sin todavía hablar o caminar, ya rechaza tu sabiduría y tu autoridad. No tiene idea de qué es bueno o malo para comer, pero se enfurece si intentas poner en su boca algo que ha decidido no querer. Unos meses más tarde, tiene poca habilidad para comprender el peligro de una clavija eléctrica, pero intenta insertar sus dedos en él, recién se lo habías prohibido. Quiere tener completo control sobre su hora de dormir y su dieta. Cree que es su derecho gobernar su vida, así que luchará en contra de tus esfuerzos por someterlo bajo tu amorosa autoridad.
Tu pequeño no solo resiste tus intentos de ponerlo bajo tu autoridad, sino que intenta ejercer su autoridad sobre ti. Es pronto para decirte lo que debes hacer y no batalla para decirte qué cosas estás haciendo que no le gustan. Festeja cuando te sometes a sus deseos y encuentra formas para castigarte cuando no lo haces.
Ahora, esto es lo que necesitas entender: cuando llegas al final de un largo día, de esos en que tus hijos se las ingenian para ser particularmente rebeldes, y cuando tú estás sentado en tu sofá, cansado y frustrado, necesitas recordar que eres más parecido a tus hijos de lo que crees. Todos queremos gobernar nuestro mundo. Cada uno de nosotros tiene momentos en los que ve la autoridad como algo que culmina la libertad, en vez de otorgarla. Cada uno de nosotros desea que Dios firme al final de nuestra lista personal de caprichos y, si lo hace, celebramos Su bondad. Pero si no lo hace, nos preguntamos si vale la pena seguirlo. Así como nuestros hijos, cada uno de nosotros busca ser y hacer algo contrario al diseño del Creador.
Entonces, la gracia viene para aniquilar nuestros delirios de auto-suficiencia. La gracia de Dios obra en nosotros para destruir nuestra peligrosa esperanza de ser autónomos. La gracia nos ayuda a alcanzar lo que realmente necesitamos y a someternos a la sabiduría del Dador. Sí, es verdad, la gracia nos rescata de nosotros mismos.
Desafio y Aplicación
Te exhorto a evaluar como vives. ¿Revela tu vida tu dependencia de Dios? ¿Estas viviendo como si fueras autosuficiente? Ora a Dios pidiendo que su gracia destroce tu autosuficiencia y haga crecer en ti el gozo de la libertad que hay en obedecerle.
Para profundizar y ser alentado: Salmo 119:1-88
Fuente: Nuevas Misericordias, por Paul David Tripp