Devocional Familiar:
Leer 2 Reyes 6, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Lucas 9:57-62
Leer el pasaje de Lucas 9:57-62
Jesús vivió voluntariamente sin un hogar terrenal para que, por gracia, nos sea garantizado un lugar en el hogar del Padre para siempre.
Es una historia maravillosa, una que no se vuelve menos maravillosa cada vez que la narramos. El Rey y Señor deja el esplendor de la gloria para venir a este mundo corrompido con el propósito de sufrir y morir por rebeldes egoístas. El Mesías no nació en un palacio; nació en un establo. Él vivió Su vida como un peregrino, negándosele un lujo que aún los animales disfrutan: un hogar (Mateo 8:20). Fue despreciado y rechazado, después fue sujeto a una sangrienta y dolorosa crucifixión pública. Y todo lo hizo intencional y voluntariamente para que esos rebeldes fueran perdonados, para que aquellos que se encontraban separados de Dios tuvieran un hogar con Él para siempre y para que la gracia fuera suplida a personas que desesperadamente la necesitaban.
Las palabras del hermoso himno navideño “Tú dejaste Tu trono” capturan correctamente el contraste entre el sufrimiento de Jesús y nuestra bendición consecuente:
Tú dejaste Tu trono y corona por mí, Al venir a Belén a nacer; Mas a Ti no fue dado el entrar al mesón Y en pesebre te hicieron nacer. Alabanzas celestes los ángeles dan, En que rinden al Verbo loor; Más humilde viniste a la tierra, Señor, A dar vida al más vil pecador. Siempre pueden las zorras sus cuevas tener, Y las aves sus nidos también; Mas el Hijo del Hombre no tuvo un lugar En el cual reclinara Su sien. Tú viniste, Señor, con Tu gran bendición Para dar libertad y salud, Mas con odio y desprecio te hicieron morir, Aunque vieron Tu amor y virtud. Alabanzas sublimes los cielos darán, Cuando vengas glorioso de allí, Y Tu voz entre nubes dirá: “Ven a Mí, Que hay lugar junto a Mí para ti”.
Desafio y Aplicación
Esta Navidad, recuerda que tienes un hogar eterno debido a que, en maravillosa gracia, Jesús estuvo dispuesto a abandonar Su hogar.
Para profundizar y ser alentado: Lucas 9:57-62
Fuente: Nuevas Misericordias, por Paul David Tripp