Devocional Familiar:
Leer Salmos 26, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Génesis 6:1 - 6
“ 1 Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, 2 que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. 3 Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. 4 Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre. 5 Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. 6 Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón”.
El Dios que aborrece el pecado
En esta semana estaremos viendo el capítulo seis del libro de Génesis. En los primeros versículos de este capítulo se nos habla de la iniquidad abundante de ese mundo malvado: la ira justa de Dios y su santa resolución de castigarlo. En todas las épocas ha habido una peculiar maldición de Dios sobre los matrimonios entre aquellos que profesan la fe verdadera y sus enemigos declarados. El malvado ejemplo de la parte impía corrompe o lastima mucho a la otra. Se pone fin a la fe familiar, y los niños son criados de acuerdo con las enseñanzas mundanas de ese padre que no tiene el temor de Dios. Si profesamos ser los hijos e hijas del Señor Todopoderoso, no debemos casarnos sin su consentimiento. Él nunca dará su bendición, si preferimos la belleza, el ingenio, la riqueza o los honores mundanos, a la fe y la santidad.
El Espíritu de Dios luchó con los hombres, al enviarles a Enoc, Noé y tal vez otros, a predicarles; esperando ser amables, a pesar de sus rebeliones; y por convicciones en sus conciencias. Pero el Señor declaró que su Espíritu no debería luchar así con los hombres siempre; los dejaría endurecidos en pecado, para la destrucción. Esto lo determinó porque el hombre era carne: no solo frágil y débil, sino carnal y depravado. Cualquiera podría ver que la maldad del hombre era grande: pero Dios vio que toda imaginación, o propósito, de los pensamientos del corazón del hombre, era solo el mal continuamente. El corazón era engañoso y desesperadamente malvado; los principios eran corruptos; los hábitos y disposiciones malignas. Sus diseños y dispositivos eran perversos. Hicieron el mal deliberadamente, inventando cómo practicar la maldad. No había nada bueno entre ellos.
Desafio y Aplicación
Amado hermano, te invito a que reflexiones sobre esto: Dios vio la maldad del hombre como alguien herido y perjudicado por ella. Lo vio como un tierno padre ve la locura y la terquedad de un niño rebelde y desobediente. Sin embargo, así mismo, Dios vió la maldad del hombre y la aborreció como un Dios santo y justo que es, que no tolera el pecado, que está apartado de la maldad. ¿Dios odia así nuestro pecado? ¿Y no seremos afligidos hasta el corazón por
ello? ¡Oh, que podamos mirar a Aquel a quien hemos entristecido, y llorar! Pidamos a Dios fervientemente para que haya también en nuestros corazones ese mismo desprecio por el pecado, que lo aborrezcamos y de esa manera nos mantengamos apartados totalmente de él. Hermanos, no confiemos en nuestro corazones pues como vimos en el pasaje de hoy, nuestros corazones son corruptos pues siempre tienden hacia el mal, sino que por el contrario, asegurémonos de inclinar nuestro oído siempre al consejo divino de Dios que nos brinda su Palabra, y mantengámonos en oración ferviente para que no caigamos en la tentación del pecado.
Este devocional es un apartado adaptado de los comentarios bíblicos de Mathew Henry.