Devocional Familiar:
Leer 1 Samuel 27, orar y cantar juntos
Devocional Personal: Lucas 13:18.19
Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y con qué lo compararé? Es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su huerto; y creció, y se hizo árbol grande, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.
El Eterno Reino de Dios
Ayer pudimos meditar y entender esta parábola de una manera bíblica, reconociendo a Jesús como el autor de nuestra salvación y concluyendo con la verdad que ahora podemos descansar bajo este gran árbol sembrado por Jesús. Como ya sabemos, esta parábola nos revela el reino de Dios de una manera única, primero vemos un comienzo pequeño, como fue el ministerio de Jesús (el grano de mostaza), segundo conocimos como creció el reino de Dios por medio del evangelio (el árbol), resultando con la salvación de muchos (las aves del cielo), y aunque la parábola concluye ahí, aun con ese final inconcluso podemos ver una gran verdad. Al final la parábola no nos dice como terminara todo, pero eso es bueno mis hermanos pues en verdad no hay un final.
Esta parábola puede recordarnos el segundo sueño de Nabucodonosor en Daniel 4:10-12 donde el Rey de Babilonia nos cuenta, “Y esta es la tremenda visión que tuve mientras reposaba en mi lecho: Veía ante mí un árbol de altura impresionante, plantado en medio de la tierra. El árbol creció y se hizo fuerte, y su copa tocaba el cielo, ¡hasta podía verse desde cualquier punto de la tierra! Tenía un hermoso follaje y abundantes frutos; ¡todo el mundo hallaba en él su alimento! Hasta las bestias salvajes venían a refugiarse bajo su sombra, y en sus ramas anidaban las aves del cielo. ¡Ese árbol alimentaba a todos los animales!” La descripción que Nabucodonosor da es como si detallara la parábola de Jesús, pero la verdad es totalmente lo contrario como vemos en Daniel 13-22. En este capítulo de Daniel, Dios nos da a entender que este árbol gigante representaba a Nabucodonosor y su imperio de Babilonia, donde todos los demás reyes y pueblos de ese tiempo moraban o vivian bajo su imperio, sin embargo, luego vemos que este no sería para siempre, pues no honraban a Dios en todo, su reino era temporal y pasajero. Esto es muy importante, pues la parábola de la semilla de mostaza nos describe el reino de Dios como una semilla que termina siendo un gran árbol, pero en contraste al de Nabucodonosor este si es eterno y para siempre. Lo increíble de este reino de Dios es que a diferencia del reino de Nabucodonosor y otros imperios; este tuvo un comienzo pequeño, pero con un gran final eterno. Este árbol se identifica más, a la pequeña roca que vino y golpeo los pies de la estatua del primer sueño de Nabucodonosor, el cual calló y se hizo pedazos, pero la pequeña roca se convirtió en una montaña enorme que lleno toda la tierra. Esta roca representa el eterno reino de Dios, que a diferencia de todos los demás reinos que estuvieron y que vendrán, permanece para siempre y nunca terminara.
Desafio y Aplicación
En el día de hoy, torna tu mirada a la eterna seguridad que tenemos en Dios. Glorifiquemos y gocémonos por ser parte del reino eterno de Dios. Alabemos su nombre pues Él nos ha hecho ciudadanos de su reino sempiterno.